Filosofía
Filosofía
Plaza y Valdés
2014
Tapa blanda 16,50 €
279
Reviewed by: Jean Orejarena Torres (Universidad Autónoma de Puebla)
El cuerpo como cosa misma
Descrito por Platón como “la cárcel del alma”, el cuerpo ha ocupado en la filosofía un lugar secundario respecto a la investigación acerca la verdad, a tal punto que se dice en el diálogo Fedón –en referencia a una sentencia órfica– que dicha investigación consiste en “el separar al máximo el alma del cuerpo” (67c). Sin embargo, y tal vez con una clara inspiración nietzscheana, el cuerpo, interpretado como un ‘fenómeno’, ha despertado en los últimos años la atención de gran parte de la filosofía contemporánea. En este sentido, el libro Fenomenología del cuerpo y hermenéutica de la corporeidad recoge una serie de investigaciones dedicadas a examinar las distintas interpretaciones de la noción de ‘cuerpo’ en el ámbito de los recientes estudios fenomenológicos y hermenéuticos. Este libro, editado por Ángel Xolocotzi y Ricardo Gibu, agrupa un total de catorce investigaciones en donde se da una revaloración y una resignificación del cuerpo como concepto filosófico fundamental, a partir de la conocida diferenciación entre los términos alemanes Leib y Körper.
A grandes rasgos, una tesis compartida por un conjunto amplio de fenomenológos consiste en diferenciar al cuerpo (Leib) como un fenómeno vivo –como “cuerpo vivido como propio”– frente a la concepción meramente parametral del cuerpo (Körper) en las ciencias físicas, donde es tomado como cosa con extensión, volumen, masa, etc. (cf., p. 15). En la primera determinación del cuerpo, fenomenológos y filósofos como Maurice Merleau-Ponty, Emmanuel Levinas, Michel Henry, Jean-Luc Nancy, entre otros, han observado el cuerpo como un concepto directriz en la configuración articulada de la comprensión del mundo, a partir de una recepción creativa de la obra de Edmund Husserl, especialmente de Ideas II. En esta peculiar recepción francesa de la fenomenología husserliana, el fenómeno de la ‘carne’ (chair) –enunciado por M. Merleau-Ponty, y profundizado por M. Henry– ha desempeñado un papel fundamental. Hasta podría decirse que, con dicha división terminológica –y con la primacía fenomenológica del Leib frente al Körper–, se ha abierto el camino para una retórica de la corporeidad. Si se revisa con detalle la construcción sobre la que descansan varios de los presupuestos del análisis de la corporeidad, se evidencia –a grandes rasgos– la inclusión de una narrativa acerca del cuerpo, en donde el tocar y la tactilidad emergen como conceptos fundamentales desde los que se ancla una comprensión intrínseca, vivida, del mundo.
Una de las notables ausencias que, en opinión de Sartre, caracterizó a Ser y tiempo fue la de un análisis del fenómeno del cuerpo. En efecto, Heidegger no se presenta –como sí sucede con los filósofos franceses– como un fenomenólogo que trata la comprensión del mundo a partir del anclaje al cuerpo; antes que eso, y como menciona el mismo Heidegger en los Zollikoner Seminare, el análisis de la Leiblichkeit es lo más díficil. Incluso, frente a la anotación nietzscheana que dice que “el fenómeno del cuerpo es el más rico, más claro, más comprensible (…)”, Heidegger objeta que el cuerpo no es ni lo más comprensible ni lo más claro; en su opinión, se lograría más, si contempláramos dicho fenómeno como un problema (cf., p. 9).
Esta ‘modestia’ heideggeriana –o mejor dicho este ‘escepticismo’– resulta bastante significativa frente a una serie de explicaciones valorativas expuestas, a veces libremente, en los análisis fenomenológicos “post-husserlianos”. En efecto, esta actitud restrictiva, si se observa con detalle, proporciona un aspecto metódico adecuado desde el que se pueden poner entre paréntesis algunas de las construcciones conceptuales alrededor del fenómeno del cuerpo; del mismo modo, uno puede preguntarse aquí si acaso la división tajante entre Leib y Körper es lo suficientemente conclusiva hasta el punto de quedarnos con una serie de descripciones de un cuerpo supuestamente vivo, y supuestamente encarnado, en donde el punto focal de la constitución de nuestra experiencia del mundo proviene de una noción de cuerpo (Leib) que pasa por alto al cuerpo físico (Körper). Sucede, en este caso, aquello mismo que sucede en una serie de interpretaciones heideggerianas que postulan una división radical y una concentración focal de lo ‘ontológico’ frente a lo ‘óntico’, pasando por alto que el mismo Heidegger postuló las raices innegables de lo primero en lo segundo. Los breves comentarios expresados así en los Zollikoner Seminare se dirigen, en este punto, a aclarar en qué sentido el anclaje de la apertura y la comprensión del Dasein no se realiza solamente desde un aspecto ‘mental’, sino que el Dasein mismo es de naturaleza corporal (leiblicher Natur). Sin embargo, a diferencia de la tradición puramente fenomenológica (aquí Heidegger parece aportar la nota disonante), lo verdaderamente importante consiste en obtener adecuadamente el acceso a dicho fenómeno, antes que aceptar de manera acrítica algunas construcciones conceptuales que sobre él se hacen.
¿Cómo logra esta reciente publicación una articulación adecuada entre los distintos enfoques fenomenológicos y hermenéuticos? ¿Cómo se da cuenta de la riqueza conceptual que se auna en el análisis del cuerpo? Conforme a estos interrogantes, la división capitular de la presente obra cumple satisfactoriamente con la intención de congregar una serie de estudios que se dirigen a analizar los diversos enfoques que tematizan el cuerpo. Las partes del libro “El cuerpo propio”, “El cuerpo mundo” y “El cuerpo otro” procuran abordar temáticamente los mencionados enfoques. En la primera parte se enmarcan las siguientes investigaciones de María Dolores Illescas Nájera: “La vivencia del cuerpo propio en la fenomenología de Edmund Husserl”, María del Carmen López Sáenz: “De Husserl a Merleau-Ponty: del cuerpo propio como localización de sensaciones al movimiento de la chair”, Eduardo González di Pierro: “Michel Henry lector de Husserl; del cuerpo propio al cuerpo encarnado, Ideas II en Encarnación”, Ricardo Gibu Shimabukuro: “Sensibilidad, corporeidad y significación en Levinas”, y Claudia Tame Domínguez: “¿Qué puede un cuerpo? Spinoza en Michel Henry”.
En la segunda parte del libro, “El cuerpo mundo”, se enmarcan las investigaciones de Ángel Xolocotzi Yáñez: “Dasein, cuerpo y diferencia ontológica”, Fernando Huesca Ramón: “Schelling en Heidegger: cuerpo y vida, fundamento y libertad”, Luis Tamayo Pérez: “El cuerpo mundo. Reflexiones sobre ontología, topología y psicosomática” y Rubén Mendoza Valdéz: “Bios y ethos: una fenomenología del cuerpo humano desde el horizonte del pensamiento heideggeriano”. En la tercera parte, “El cuerpo otro”, se enmarcan las investigaciones de Alberto Constante: “Escrito en el cuerpo mío, cuerpo extraño”, Arturo Aguirre: “Este cuerpo y esta su violencia. Meditaciones sobre el espaciamiento”, Ricardo Horneffer: “Cuerpo como símbolo”, Víctor Gerardo Rivas López: “De la afinidad ontológica entre corporalidad y cine. Y de la insubstancialidad contemporánea de la existencia” y Noé Héctor Esquivel Estrada: “Fenomenología de la medicina moderna y hermenéutica de la salud”.
Desde una perspectiva general, el enfoque fenomenológico y hermenéutico acerca del cuerpo es un intento sólido por explicitar la autonomía conceptual que exige dicho fenómeno a partir de su redescubrimiento como objeto temático. Con ello, se hace frente metódicamente al carácter reductivo (físico-biológico) que la ciencia actual plantea a partir de la tendencia cosificante frente al cuerpo y, a su vez, se abre un cuestionamiento hacia el primado de ciertos enfoques puramente psicológicos (derivados de la psyché) y mentales en el marco de la historia de la filosofía occidental. Este redescubrimiento cuestiona, en este sentido, el primado del ‘alma’ en la filosofía, a partir del olvido del cuerpo. No obstante, en la tradición fenomenológica ‘post-husserliana’ se echa de menos, por ejemplo, la importante labor metódica histórico-crítica, o arqueológica, de presentar y evaluar lo que se ha dicho sobre el cuerpo (aquello que Aristóteles metódicamente llamó “salvar tá phainómena” o “tá legómena”) en el marco de la filosofía occidental. Esta tarea –que ha sido suplida en parte por la investigación especializada– es supremamente importante para cuestionar o afirmar la univocidad de la tesis que trata de enunciar el hecho de que en la filosofía haya existido un olvido en torno al cuerpo. Sin embargo, en sus logros y en sus méritos, el enfoque fenomenológico y la hermenéutico ha supuesto una verdadera renovación del panorama filosófico occidental.
El libro Fenomenología del cuerpo y hermenéutica de la corporeidad es una valiosa compilación de investigaciones escritas –casi en su totalidad– a partir de la recepción francesa de la obra de Husserl y a partir del enfoque heideggeriano. El valor de este libro consiste, no obstante, en saber leer entre lineas, en ejercer la pasión del preguntar. Sólo, en ese sentido, podríamos observar al cuerpo como lo que principalmente debe ser: antes de ser visto como un tema que, por ejemplo, ha sido agotado por la tradición ‘post-husserliana’, su verdadera naturaleza reside en ser visto como un auténtico problema. Así, sólo desde esa pespectiva, se abrirá el preguntar por el cuerpo como un preguntar por la cosa misma.